Guillermo Moreno empieza a ser, para el kirchnerismo, como la contraparte de Javier Milei. Su verba peronista enciende una llama en la aburrida y gastada retórica kirchnerista. Su charla con Máximo.

"Hace quince días me junté con Máximo Kirchner. Lo vi muy bien, centrado, con ideas claras, me quedé con una muy buena impresión", le había contado Guillermo Moreno a un grupo de dirigentes que habían ido a verlo hasta el Palacio Barolo, en Avenida de Mayo, donde tiene sus oficinas de Principios y Valores.

Quizás por eso en las últimas horas, el intendente de La Cámpora Leo Boto lo recibió en el marco de un acto que el partido de Guillermo Moreno le organizó en el club Santa Elena de Luján junto con el sindicalista del gremio del Vidrio Horacio Valdez. Las palabras del jefe comunal fueron muy afectuosas para el ex secretario de Comercio Interior que se siente como el reorganizador integral del peronismo y, fundamentalmente, propalador de su doctrina. En los exjóvenes camporistas, la palabra del exfuncionario K empieza a ser tan revulsiva como lo era, dicen, para la derecha el ingreso de Milei. 

A pesar que Sebastián Galmarini lo haya puesto entre los dirigentes peronistas funcionales a Javier Milei junto con Juan Grabois, Sergio Massa habilitó a Guillermo Michel y a Ignacio De Mendiguren para que vayan a verlo hasta sus oficinas. Los ruidos de la unidad, no se sabe con qué formato, se están escuchando en el fuerte del peronismo kirchnerista renovador.

¿Por qué lo que no sucedió hace un año, cuando se jugaba en pleno el poder nacional, ahora podría darse? Porque los peronistas están oliendo sangre en el incipiente cuerpo debilitado del oficialismo libertario.

Esa unidad no será lineal y hay alta chances de que todo termine estallando por el aire. Pero mientras tanto, se atreven a cruzar los límites que tenían entre sí. Hasta se atreven a comentar las conversaciones que han tenido con los gobernadores que se presentaron para firmar el Pacto de Mayo en representación de lo que fue Unión por la Patria.

Algunos advierten que Raúl Jalil y Osvaldo Jaldo, los dos peronistas auténticos que estuvieron ahí, lo hayan hecho por una cuestión de afinidad a la política libertaria sino, simplemente, para conseguir recursos. "Un pacto no se le niega a nadie", dicen.

Esta incipiente comunicación, sin embargo, tiene diferentes vías de expresión que muchas veces terminan enfrentándose. Como aquel que, enterado del encuentro lujanero, exclamó: "Bueno, Guillermo ya es el muleto de Cristina", en clara referencia a un acuerdo tácito con la expresidenta y vice Fernández de Kirchner. Otros, sin embargo, también advierten que la histórica mala relación entre el exsecretario peronista con "el soviético" Kicillof incomoda al gobernador en su guerra fría con La Cámpora. 

El propio Boto habló de "espacio de unidad", donde los diferentes peronismos están todos reunidos. El intendente, además, evitó utilizar el lenguaje inclusivo cuando habló de todos y compañeros. Moreno no se lo hubiera permitido.

Más al noroeste, un intendente dejaba trascender que no hay claridad en el horizonte. No observa lo que otros creen ver en Axel Kicillof y piensa que su candidatura tiene un techo que no podrá perforar. De nuevo aparece la idea de un conflicto con Cristina Fernández de Kirchner que, supone, jamás se materializará.

Lo que sí pondrá en crisis al resto de los jefes territoriales con el gobernador es si éste insiste, como algunos creen que lo hacen, en promover a Carlos "Carli" Bianco como su sucesor o aspirante para serlo. Ahí, troyanos, espartanos ya hasta miembros del gabinete provincial empiezan a poner no solo barreras sino a construir barricadas.

En una mesa cordobesa, Juan Zabaleta habló largo y tendido con el gobernador Martín Llaryora. Fue en medio de una visita casi relámpago en la que le pidió respaldo para trabajar por la emancipación del peronismo no kirchnerista con listas autónomas en la que se incluyan a Julio Zamora, Fernando Gray y varios otros como jefes de sección. El gobernador lo miró interesado, además, porque detrás de ese proyecto también se pueden sumar otros que se fueron hace más de una década como varios intendentes hoy deambulando casi unipersonalmente y otros exquisitos armadores que ya anticiparon que no quieren puestos ni cargos inmediatamente, pero que lo cuenten como principal interesado para reemplazar, desde ese lugar a armar, a Kicillof en la provincia.