El presidente Javier Milei puede anotarse un poroto en la siempre tensa relación de fuerzas con el FMI. Hoy la clave es encaminar la negociación de un nuevo acuerdo -y dólares- con el Fondo Monetario.
Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelven la relación a fojas cero. En el peor momento de la relación bilateral, aún quizás en un nivel inferior que durante la negociación del crédito de Facilidades Extendidas firmado en marzo del 2022 entre el gobierno de Alberto Fernández y Martín Guzmán en el Ministerio de Economía y con el brasileño-israelí Illan Goldfajn como director Gerente para el Hemisferio Occidental al mando del caso argentino y Gita Gopinath, la número dos del organismo, como fiscalizadora de las discusiones.
Y también de la nueva versión cerrada en junio del año pasado con Sergio Massa en el Palacio de Hacienda y ya con el chileno Rodrigo Valdes en el lugar dejado por Goldfajn, quien ya se había mudado al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La sorpresiva salida de Valdes de la responsabilidad de las negociaciones con el país (no de su cargo) anunciada este jueves, reabre las negociaciones entre el país y el FMI, pero no el contenido que el organismo le exigirá a la Argentina para un nuevo programa.
No habrá ni más pedidos, ni menos requerimientos por la salida del economista chileno, cuyo paso al costado pone también ahora en duda que el aún no asumido viceministro de Economía José Luis Daza, quien llega al cargo con la responsabilidad de tomar contacto con Valdes, a quien conoce de múltiples contactos. Comenzando por la relación personal, cuando Daza era delegado del Banco Central de Chile en Japón, con Valdes como presidente de la entidad.
Los negociadores argentinos tendrán que reciclarse ante la salida del economista, y tendrán que verse con la dupla Luis Cubeddu, el venezolano que viene tratando el caso local desde hace casi una década, y la propia Gita Gopinath, quien asumirá en sus espaldas la discusión del nuevo programa con el país.
Ante este panorama, hay un problema. El acuerdo vigente termina este año, ya que lo firmado por Javier Milei en enero pasado implicaba metas a cumplir este año (Argentina las sobre cumplirá), pero también nuevos números y porcentajes para el 2025. Se descartaba que para esta altura ya había en marcha un acuerdo de Facilidades Extendidas reciclado y con nuevos contenidos más optimistas para las partes.
Sin embargo, los reclamos de más apoyo financiero por parte de la Argentina y el reclamo de más medidas fuertes por parte del FMI (como devaluar un 30%, abrir plenamente el cepo cambiario y abandonar cualquier idea dolarizadora) hicieron que lentamente las partes se fueran separando.
Primero fue Luis “Toto” Caputo el que protestó. Luego fue Valdes quien desde el FMI imprimió en junio pasado un paper crítico contra el país. Y finalmente apareció Milei afirmando que el chileno era un agente de la centroizquierda bolivariana latinoamericana, al no permitir que el país avanzara en un acuerdo con dólares flexibles, ante el hecho que por primera vez las cuentas públicas locales mostraran una foto fiscal y monetaria inédita para las últimas décadas.
El hecho es que, desde la salida de Valdes como negociador, todo vuelve a nivel cero. Y las partes tendrán que negociar un nuevo programa sobre la base de lo que se cierre este año. Con metas fiscales y de incremento de reservas del BCRA nuevas. Sólo se sostendrá de este 2024 la imposibilidad de emitir pesos. Algo que en Buenos Aires se rechaza por ideología, más que por imposiciones del FMI.
Mientras tanto, Argentina y el organismo que conduce Kristalina Georgieva deberán cerrar antes que termine el mes, el cumplimiento de las metas pactadas para el segundo trimestre del año en el acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en enero de este año, las que en situaciones normales no deberían generar inconvenientes para que se liberen el mes que viene unos U$S 850 millones que el Fondo debería enviar al país luego de la tilde verde.
En situaciones normales, con los números que cerró el país en ese segundo trimestre del año, todo serían sonrisas y apretones de manos. Sin embargo, la relación está en crisis, al punto que Argentina tuvo que renovar staff negociador para retomar el diálogo, sumando a Daza al staff. Y, ayer, el FMI prescindir de Valdes, la persona que por cuestiones geográficas tiene a su cargo el caso del principal deudor en la historia del Fondo.
Será entonces el debut del nuevo viceministro de Economía José Luis Daza, quien asumió hace quince días la Secretaría de Programación del Palacio de Hacienda, como negociador casi plenipotenciario hacia el FMI. Daza tiene un valor agregado.
Argentino de nacimiento, vivió desde los seis años en Chile, donde desarrolló casi toda su carrera académica y parte de su trabajo en la función pública como miembro del Banco Central de Chile, delegado en Tokio. En esos tiempos el ministro de Hacienda era el propio Valdes, con el que forjó cierta amistad y, además, coincidencias técnicas, pese a las diferencias ideológicas entre ambos.
Argentina deberá ahora cerrar los números que recogió hace 20 días en una muy discreta visita por Buenos Aires, el venezolano encargado del caso argentino, Luis Cubeddu. Este recogió los últimos datos sobre las metas del segundo trimestre del 2024 para resolver (se descarta que positivamente) la aprobación de los compromisos de la novena revisión del acuerdo de Facilidades Extendidas, firmado en marzo del 2022.
También resolver la liberación de los 850 millones de dólares comprometidos por el FMI en ese acuerdo, dinero que llegaría para reforzar las reservas de la entidad que maneja Santiago Bausilli. Luego, ese dinero, volvería al FMI antes de fin de año, con los pagos obligatorios que debe hacer el país.
Cerrado este acuerdo, probablemente el año terminará para las partes, y se deberá comenzar a hablar del 2025. Para Javier Milei, nada pasará ni se avanzará, hasta que presente el próximo domingo las líneas generales de su proyecto de Presupuesto para el 2025, y se defina si el Congreso Nacional lo apruebe o rechace. Sólo será sobre esa base que se discutirá el próximo ejercicio y un eventual acuerdo.
Si el FMI no quiere acompañar los datos y metas que se planteen para el 2025, Argentina y el organismo sólo tendrán un tenue acuerdo de Facilidades Extendidas, que se podría firmar en enero próximo, a un año de la firma del que hoy tiene vigencia. Y que vence en diciembre.