Celebraciones
Con el Miércoles de Ceniza se inicia la Cuaresma
La Iglesia invita a todos a acompañar la conversión interior del espíritu con el ejercicio voluntario de tres obras externas de penitencia: el ayuno, la oración, la limosna. – Diario de Catamarca
Este 14 de febrero, Miércoles de Ceniza, se inicia la Cuaresma, 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
Para esta ceremonia se queman los restos de las palmas y olivos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior. Y las cenizas que se obtienen son rociadas con agua bendita. Durante el rito, el sacerdote dice las palabras bíblicas: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio».
La Iglesia invita a todos a acompañar la conversión interior del espíritu con el ejercicio voluntario de tres obras externas de penitencia: el ayuno, la oración, la limosna.
El ayuno, que consiste en privarse de tomar alimentos, nos ayuda a hacer morir nuestras inclinaciones desordenadas y liberar nuestra mente y nuestro corazón para las cosas de Dios y para estar más atentos a las necesidades del prójimo.
La oración, que consiste en hablar con Dios de tú a tú, nos ayuda para que nuestra mente y nuestro corazón entren en sintonía con el querer divino.
La limosna, que consiste en ayudar con nuestros bienes al necesitado, y las demás obras de misericordia y de justicia nos ayudan a ser buenos y compasivos como Dios nuestro Padre
En este día, en el que comienza la Cuaresma, es obligatorio para los católicos el ayuno y la abstinencia, como en el Viernes Santo.
El ayuno consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede tomar un poco de alimento por la mañana y por la noche. La abstinencia consiste en no comer carne o privarse de algo que signifique un sacrificio. Puede ser sustituida, por la abstinencia de bebidas alcohólicas, o una obra de piedad (por ejemplo: rezar el Vía Crucis, el Santo Rosario, realizar una visita prolongada al Santísimo Sacramento), o una obra de misericordia (por ejemplo: visitar a un enfermo, ayudar a algún pobre, visitar a un hermano privado de la libertad).
Estos gestos penitenciales son símbolo y expresión de una renuncia a todo aquello que nos impide realizar en nosotros el proyecto de Dios.