Aunque el Gobierno estima que la inflación se mantenga en franca desaceleración, el salario mínimo no logra evitar la pobreza y la prestación por desempleo sigue tras el umbral de indigencia.
La semana pasada, el Gobierno de la Nación difundió las cifras de pobreza del segundo semestre de 2023, lo que arrojó que 41,7% de los argentinos son pobres. Este informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) marcó que esa porción de los habitantes no alcanzaba a cubrir la Canasta Básica Alimentaria, situación que se estima que empeoró a raíz del ajuste.
Más allá de la necesidad del ajuste y de los discursos cruzados sobre quién paga ese ajuste, la realidad es que los recortes por parte del Gobierno no van a ceder y el bolsillo de los trabajadores no podrá aguantar mucho más. Igualmente, el Gobierno juega con la gran aprobación que cuenta para mantener sus políticas de "déficit cero", con la promesa de un futuro mejor que el pasado de precios imaginarios y el presente recesivo.
En este contexto de ajuste, "luz al final del túnel", desconcierto y fuerte apoyo al Gobierno, el Indec presentará el próximo 12 de abril la inflación de marzo, como también el valor de la Canasta Básica. Desde el 1 de marzo, por decisión del Ministerio de Economía, entró en vigencia el nuevo valor del Salario Mínimo Vital y Móvil, y de la Prestación por Desempleo, montos que luchan por cubrir los costos mínimos para no caer en la pobreza.
El salario mínimo en Argentina se establece de manera discrecional por el Poder Ejecutivo de la Nación, a través del Ministerio de Economía. Durante febrero, el propio Luis Caputo anunció un aumento de este ítem trascendental para los argentinos a partir de marzo, disponiendo que se ubique en la cifra de $202.800, por lo que la Prestación por Desempleo quedó en $101.400.
Estos valores son etéreos si no se los contrasta con el costo de vida de los argentinos, que requieren, según el último informe del Indec, de $104.483 para no ser indigentes y de $223.593 para no ser pobres, estimado en un "adulto equivalente". Esta unidad de medida, que refiere a hombres de entre 30 y 60 años, se utiliza como índice, resultando de este valor los cálculos para distintos grupos familiares en relación a su consumo.
Otro detalle observable es que, con los valores establecidos por el Gobierno nacional para el salario mínimo, el trabajo no es suficiente para evitar la pobreza, y quienes perciben prestaciones por desempleo no pueden superar el umbral de la indigencia. Esto marca un grave problema a enfrentar por parte del Estado, mientras se espera que la inflación se ubique cerca del 13%, un nuevo hito de la desaceleración pero todavía con grandes aumentos que golpean al bolsillo.
La canasta básica, según pudo relevar MDZ en distintos supermercados del Área Metropolitana de Buenos Aires, podría rondar los $110.000. Esto significaría una capacidad del salario mínimo y la prestación por desempleo que volvería a caer frente al ecosistema inflacionario que reina en la economía argentina, un fenómeno que se repite mes a mes y que empuja a más personas al límite de la pobreza y la indigencia.
Fuente: MDZOL