Mientras la mayoría de los bancos centrales del mundo siguen comprando oro para sus reservas, el ente monetario argentino fue denunciado por usar las tenencias de metal precioso sin dar explicaciones.

Días atrás, luego de una larga serie de denuncias y especulaciones, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) informó que había completado "exitosamente" las transferencias de parte de sus reservas en oro entre sus diferentes cuentas. En el comunicado oficial solo da cuenta que las reservas en oro se encuentran tanto en formato físico (barras y lingotes) como en formato electrónico (cuentas en el exterior).

Para aplacar los ánimos y las denuncias explicó que estas operaciones no alteraban el volumen total de las reservas en oro que se mantenían equivalentes a casi 5.000 millones de dólares a fines de agosto pasado. Se amparó, lógicamente, en el tema de la confidencialidad de la administración de las reservas internacionales, sin dar mayores explicaciones sobre las transferencias ni despejando las dudas en torno a este tema.

¿Qué pasó con el oro? ¿A dónde fue a parar? Estos y otros interrogantes continúan merodeando en el mercado y, sobre todo, en la política.

En primer lugar, hay que recordar que el BCRA ostenta, según las estadísticas internacionales 61,7 toneladas de oro en sus reservas internacionales, esto equivale a más de 2.176 millones de onzas troy, a julio pasado. Eso representaba poco más del 18% del total de sus reservas internacionales.

¿Qué pasó con el oro? ¿A dónde fue a parar? Estos y otros interrogantes continúan merodeando en el mercado y, sobre todo, en la política.

En primer lugar, hay que recordar que el BCRA ostenta, según las estadísticas internacionales 61,7 toneladas de oro en sus reservas internacionales, esto equivale a más de 2.176 millones de onzas troy, a julio pasado. Eso representaba poco más del 18% del total de sus reservas internacionales.

Desde que comenzaron los pedidos de informes, las denuncias a mediados de julio pasado para saber qué pasaba con el oro del BCRA, un manto de neblina se ciñó sobre el tema. Hoy, todavía, persisten las dudas e interrogantes.