La víctima, cuya identidad no trascendió, reveló detalles del bautisimo en el que él y otros 34 paracaidistas sufrieron quemaduras de esófago y pulmones. “Cuando me entró, me quemó toda la boca, la nariz y los ojos”, aseguró

Mientras la Justicia aún investiga el salvaje bautismo con cal viva que 35 soldados del Regimiento 14 de Paracaidistas del Tercer Cuerpo de Ejército Córdoba sufrieron cuando festejaban el avance en su formación, una de las víctimas habló en las últimas horas y contó reveladores detalles del hecho que conmocionó a la provincia. “No paraba de escupir, se me hizo (sic) un montón de ampollas en toda la boca, en la lengua y en el paladar”, aseguró el joven.

El caso conmocionó a la provincia. Todo ocurrió mientras los miembros del Regimiento 14 de Paracaidistas del Tercer Cuerpo de Ejército Córdoba festejaban el avance en su formación. “Tienen entre 20 y 25 años. Eran 35 personas. ‘Paracaidista’, les iban gritando. Y ellos tenían que responder ‘siempre’”, relató el abogado de los denunciantes, Jerónimo Argañaraz, a Infobae.

Sobre esta especie de ritual que comentó el doctor Argañaraz a este medio, la víctima dijo que estaba al tanto del mismo, pero subrayó que nunca pensó que iba a ser cal el material utilizado para lo que, en principio, sería una jornada de celebración.

“Cuando hicimos el primer salto, nos ‘bautizaron’ con harina y sidra, pero cuando completamos la instrucción con el cuarto salto no entendimos qué pasó, porque llevaron una bolsa de cal”, explicó el soldado en diálogo con el diario La Voz, de Córdoba.

Tras el salvaje bautismo, las víctimas sufrieron quemaduras en el esófago, en los pulmones, el estómago, los ojos y en las vías respiratorias. En el caso puntual de esta víctima, él sintió que una quemazón en “toda la boca, la nariz y los ojos”. Y aún shockeado por lo vivido, reconoció: “Fue un momento de desesperación”.

Durante la charla con el citado medio cordobés, sus compañeros fueron pasando por el brutal bautismo hasta que un instructor se acercó al hombre que portaba la bolsa para conocer el contenido de la misma. “Esto no es harina”, habría dicho la autoridad, según el testimonio de la víctima.

Al determinar que se trataba de cal viva, la situación se desmadró por completo y los 35 soldados fueron trasladados de urgencia al área de Sanidad del batallón. “Ahí nos atendieron rápido, pero no tenían suficientes insumos y decidieron trasladarnos a un lugar mejor”, recordó.

No obstante, la derivación al Hospital Militar del Parque Sarmiento, en la capital provincial, se demoró más de lo esperado. En este sentido, el soldado contó que debieron “esperar como media hora hasta que llegó otro camión”.

“Muchos estábamos desesperados por lo que nos estaba pasando”, subrayó.

Pero una vez que los 35 soldados se encontraban en la guardia del hospital Militar, el auxilio también se dilató más de la cuenta. Según este relato, las víctimas fueron “pasando a la guardia del hospital de a dos o, a veces, de a tres”. Mientras tanto, los restantes aguardaban su turno en una fila que parecía interminable.

“No paraba de escupir, se me hizo un montón de ampollas en toda la boca, en la lengua y en el paladar. La garganta me ardía y cuando quería hablar sí o sí tenía que escupir”, recordó el soldado.

Mientras que los 10 paracaidistas más afectados se quedaron internados en el centro de salud de la fuerza, los 10 en estado más delicado fueron llevados al Regimiento. Y a los 15 más leves los enviaron de regreso a sus domicilios.

Tras recibir 72 horas de licencia, los 35 soldados debieron presentarse nuevamente en el área de Sanidad del Regimiento, donde fueron debidamente revisados para verificar el estado de las secuelas. Según el testimonio del soldado que habló con el citado medio cordobés, a la mayoría le dijeron que estaban “bien”, en tanto que las autoridades les advirtieron que el tema “quedó ahí” y “murió ahí”.

Unos días después, las víctimas fueron citadas a declarar en un sumario interno del Ejército, pero la sorpresa fue aún mayor. “Pensé que para esto iba a venir otro tipo de personas, pero enseguida nos dimos cuenta de que el que nos iba a tomar declaración era el segundo jefe del Regimiento, el mayor Eduardo Paván”, comentó el soldado, y completó: “Ahí me pareció que esto iba a quedar en la nada”.

Al otro día, luego de una extensa jornada de testimonios, los soldados se reunieron en una formación matutina encabezada por el mayor Paván, quien habría expresado su malestar al enterarse de que las víctimas estaban hablando mucho “por afuera”, ya que la consigna, desde su punto de vista, era “cuidarnos entre nosotros”, según reveló el soldado entrevistado.

La víctima señaló que el mayor Paván les ordenó que “nadie hable del tema” y les advirtió que, si escuchaba que alguien lo hacía, “la iba a pasar mal”.

A 40 días del repudiable bautismo de iniciación, el soldado siente que cuando corre se agita y se cansa con mayor facilidad.

Asimismo, contó que tras la difusión de la noticia, “hay un gran alboroto” en la fuerza y les preguntan a los soldados en reiteradas oportunidades si “hablaron con alguien”.

El caso se encuentra judicializado, bajo investigación del doctor Carlos Casas Nóblega, Fiscalía Federal N° 2. De acuerdo con el doctor Argañaraz, abogado de una de las víctimas que dialogó días atrás con este medio, los 20 soldados voluntarios con quienes mantiene contacto tienen “temor absoluto” de hacer la denuncia por posibles represalias.