La fuerza del ciclón Chido dejó más de 120 muertos y 687.000 afectados en Mozambique. Las labores de rescate continúan en medio de la devastación.

El ciclón Chido, con vientos de hasta 260 kilómetros por hora y lluvias torrenciales que dejaron 250 milímetros de agua en apenas 24 horas, ha sumido al norte de Mozambique en una situación crítica. Según informó el Instituto Nacional para la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres (INGD), el número de muertos ha ascendido a 120, mientras que los heridos se contabilizan en 868. Además, 687.630 personas han sido afectadas en las provincias de Cabo Delgado, Nampula, Niassa, Tete y Sofala.

La devastación incluye la destrucción de 155.532 viviendas, 52 centros médicos y 250 escuelas. También se han registrado daños significativos en la infraestructura básica, como 2.700 kilómetros de líneas eléctricas y 11 postes de telefonía móvil, dejando a miles de personas incomunicadas y sin energía eléctrica.

El distrito de Mecúí, en la provincia de Cabo Delgado, ha sido identificado como la región más golpeada por el ciclón. Durante una visita al lugar, el presidente saliente de Mozambique, Filipe Nyusi, declaró un luto nacional de dos días para honrar a las víctimas de esta catástrofe natural.

Aunque Chido se disipó la semana pasada cerca de Zimbabue, los expertos advierten que el balance de daños podría seguir aumentando a medida que se accede a áreas aisladas. La fuerza del ciclón también impactó a los países vecinos: en Malaui se registraron 13 muertes, y en el archipiélago francés de Mayotte, al menos 35 personas fallecieron, mientras que más de 2.500 sufrieron heridas.

El sudeste africano enfrenta anualmente una temporada de tormentas tropicales entre octubre y abril, un periodo que, en ocasiones, provoca consecuencias devastadoras. En 2023, el ciclón Freddy, el más largo registrado en la historia, cobró la vida de más de 1.200 personas en Malaui y casi 200 en Mozambique. Ahora, Chido se suma a esta lista de tragedias, desafiando la capacidad de respuesta de los gobiernos locales y organismos internacionales.

Organizaciones humanitarias ya han comenzado a movilizarse para brindar ayuda a los afectados. Sin embargo, la magnitud de la tragedia requiere una coordinación global. La reconstrucción de viviendas, hospitales y escuelas será una tarea titánica, mientras que la recuperación emocional y psicológica de las comunidades afectadas tardará mucho más.