Después de décadas de silencio, la NASA ha vuelto a activar un transmisor inactivo desde 1981 en una de sus sondas más icónicas. Esta hazaña marca un hito en la misión Voyager, que continúa desafiando los límites de la exploración espacial.
La Voyager 2, lanzada hace más de 40 años, ha vuelto a sorprender al mundo. Esta sonda espacial, que forma parte de uno de los proyectos de exploración más longevos de la NASA, reactivó recientemente un transmisor inhabilitado desde 1981. La misión, que originalmente tenía un tiempo de vida limitado, ha superado las expectativas gracias al ingenio y dedicación de los ingenieros que trabajan en su operación. Esta reactivación representa no solo un logro tecnológico, sino también un ejemplo de persistencia y resiliencia en la exploración espacial.
Este hito fue alcanzado gracias a una serie de comandos complejos enviados desde la Tierra, donde el equipo de la NASA ejecutó maniobras precisas para "despertar" el transmisor. A pesar de estar a miles de millones de kilómetros de distancia, la nave respondió a estos comandos, permitiendo la transmisión de datos nuevamente. Este evento subraya el compromiso de la NASA de explorar los límites del sistema solar, demostrando una vez más su habilidad para sortear obstáculos técnicos y aprovechar al máximo las capacidades de las naves espaciales.
La misión Voyager lanzada en 1977
La misión Voyager fue lanzada en 1977 con dos naves gemelas, Voyager 1 y Voyager 2, cuyo objetivo era estudiar los planetas exteriores del sistema solar. Ambas naves exploraron Júpiter, Saturno y, en el caso de Voyager 2, también se acercaron a Urano y Neptuno, enviando imágenes y datos científicos de gran valor. Estas sondas llevan a bordo el famoso Disco de Oro, un mensaje de la humanidad destinado a posibles civilizaciones extraterrestres que puedan encontrarlas en el espacio. Este disco contiene sonidos e imágenes representativas de la Tierra, convirtiéndose en un legado cultural que viaja a través del cosmos.
Desde su lanzamiento, la misión Voyager ha proporcionado información clave sobre las atmósferas, anillos y campos magnéticos de estos planetas. A pesar de los años, ambas naves siguen en funcionamiento, enviando datos desde más allá de la heliosfera, una región donde el viento solar pierde su influencia. La capacidad de la Voyager para continuar operando muestra la robustez y durabilidad de la tecnología desarrollada en los años 70, lo que ha permitido que estas sondas sigan aportando conocimiento sobre los confines de nuestro sistema solar.
La falla que terminó en su desactivación
La desactivación del transmisor de la Voyager 2 ocurrió en 1981 debido a un fallo en el sistema de transmisión de datos, el cual fue afectado por radiación cósmica y las duras condiciones del espacio. En ese momento, la NASA decidió apagar el transmisor para ahorrar energía y concentrarse en mantener otros sistemas críticos. Desde entonces, la nave ha dependido de transmisores secundarios, mientras los ingenieros continuaban explorando formas de extender su vida útil.
La reciente reactivación fue posible gracias a los esfuerzos de un equipo especializado, que envió comandos precisos para ajustar el sistema de comunicación de la nave. Este proceso involucró realizar ajustes en la antena de alta ganancia y optimizar los sistemas de transmisión, asegurando que el transmisor pudiera operar nuevamente. A pesar de los desafíos, la maniobra fue exitosa, y la Voyager 2 ha retomado la transmisión de datos, fortaleciendo su legado como una de las misiones más importantes en la historia de la NASA.