A pesar del frío y las dificultades económicas, cientos de fieles catamarqueños participaron de la tradicional celebración este 7 de agosto. Entre oraciones, agradecimientos y pedidos, la figura del santo patrono del pan y el trabajo volvió a ser símbolo de esperanza. –eldiariodecatamarca.com

Como cada 7 de agosto , se vivió con profunda devoción la tradicional celebración en honor a San Cayetano, el patrono del pan y el trabajo. A pesar de la llovizna y el frío en el Valle Central, numerosos fieles se acercaron a la Iglesia Señor de los Milagros, ubicada en el barrio Choya, frente a la Plaza Juan Pablo II, para agradecer y pedir por empleo, salud y alimento.

La jornada comenzó con la procesión alrededor de la plaza, seguida de la Santa Misa celebrada en el tinglado de la Escuela Juan Pablo II. Una muestra clara de que la fe, aún en tiempos difíciles, sigue movilizando a las comunidades.

Voces de fe en medio de la necesidad

En diálogo con El Diario de Catamarca, los fieles expresaron el sentido profundo que tiene esta celebración en sus vidas. Una mujer jubilada comentó, “Somos fieles devotas de nuestro patrono San Cayetano, todos los años venimos a agradecerle. A pesar de la difícil situación, venimos con fe”.

Otra mujer agregó entre lágrimas, “Todos los 7 estamos presentes, pidiendo por el trabajo de los hijos y para que no nos falte el plato de comida. Soy jubilada, trabajé 37 años para los niños y hoy es lamentable la jubilación. Lo que nos dan apenas alcanza para remedios y comida”.

También se acercaron jóvenes que, como muchos en el país, luchan día a día por encontrar una oportunidad laboral, “Venimos más que todo a pedirle por trabajo. Está muy difícil todo. Estudié, hice un terciario y aun así sigo buscando empleo. Solo quiero que me den una oportunidad”, expresó uno de ellos.

Otro joven agregó, “No tengo estudios universitarios pero quiero trabajar. Siempre hice changuitas, y ahora busco algo estable. La situación está muy complicada, cada vez hay menos oportunidades”.

Una joven madre resumió el sentimiento de muchos, “Desde chiquita vengo y ahora lo hago con mis hijos. Pido para que no nos falte el pan y el trabajo en mi casa. Cobro una beca de la Nación, son pocos pesos, pero sigo con fe. Trabajo incluso los fines de semana, pero siempre con esperanza”.

Una figura que trasciende lo religioso

Cayetano de Thiene, nacido el 1º de octubre de 1480 en Vicenza, Italia, dejó una vida acomodada para dedicarse al servicio de los más necesitados. Estudió Derecho en la Universidad de Padua, pero su verdadera vocación lo llevó a fundar la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, con una misión clara: vivir austeramente, dedicar la vida a la oración y servir a los pobres. Fue beatificado por el Papa Urbano VIII y canonizado por Clemente X en 1671.

Desde entonces, su figura se convirtió en símbolo de esperanza para quienes atraviesan dificultades económicas o carecen de empleo. En Argentina, el 7 de agosto es una fecha marcada en el calendario popular, con multitudes que se congregan para honrar al santo, pedir su intercesión y agradecer por lo recibido.