La NASA todavía estudia los eclipses para hacer descubrimientos acerca del Sol, la Tierra y el entorno espacial. El más antiguo data de 3340 a.c., hallado en Irlanda.

El eclipse solar anular se acerca y no sólo el Parque Nacional Patagonia y el Parque Provincial Cueva de las Manos, en Santa Cruz, serán los puntos máximos de avistaje del mágico momento, el lunes 2 de octubre, entre las 16 y las 18:20.

La élite científica también se apresta a seguirlo por streaming desde varios planetarios, entre ellos el Galileo Galilei en CABA y el Universidad de La Plata.

El anillo de fuego se extenderá desde el sur de Chile, pasando por el sur de Argentina y llegará hasta las Islas Malvinas.

Los científicos de la NASA no les pierden pisada a los eclipses para hacer nuevos descubrimientos acerca del Sol, la Tierra y nuestro entorno espacial.

Los eclipses solares totales son particularmente importantes porque les permiten ver una parte de la atmósfera del Sol —conocida como la corona—, demasiado tenue para ser vista, excepto cuando la luz brillante del Sol está bloqueada.

En contraste con el cambio en la luz en todo el mundo que ocurre todos los días al atardecer y al amanecer, un eclipse solar cambia la iluminación de la Tierra y de su atmósfera en una región comparativamente pequeña de la sombra de la Luna.

Comprender esta región es importante porque ella alberga muchos satélites de la órbita terrestre baja, así como señales de comunicaciones —como ondas de radio y las señales que hacen que funcionen los sistemas de GPS—, y los cambios que ocurren allí pueden tener impactos significativos en nuestra tecnología y en nuestros sistemas de comunicaciones.