El cambio en la balanza energética a partir del incremento de las inversiones y la producción en la formación no convencional es un factor determinante en la oferta de dólares para la economía local.

A poco más de dos meses de que finalice el año todas las miradas están centradas en la estabilidad de las variables macroeconómicas y las posibilidades de que la actividad económica rebote tras un año muy complejo en materia de producción tras la devaluación de diciembre de 2023, el ajuste de tarifas de los servicios públicos y la recomposición de los precios relativos.

Una de las principales variables a seguir es la evolución del tipo de cambio que, en el contexto actual, está íntimamente vinculada a la oferta de divisas. Así, la generación de dólares garantiza una relativa estabilidad y es un antídoto contra eventuales corridas cambiarias.

Existen tres fuentes de generación de divisas, pongámosle dólares para simplificar. Por un lado, tener un saldo positivo en el comercio exterior, es decir, que las exportaciones superen a las importaciones y dejen un superávit en las reservas del Banco Central, tras la obligatoria liquidación de las divisas. 

El segundo capítulo es la llegada de inversiones extranjeras o de empresas locales pero que aportan dólares para ampliación de plantas, equipamiento, nuevos lanzamientos de productos. Preferentemente, inversión productiva y no financiera, que es mucho más volátil. Al respecto, algunas empresas empezaron movimientos con vistas a ampliar sus inversiones, en especial cobijados por el RIGI, pero en general el sector empresarial aún está esperando señales de la macro para poner los dólares sobre la mesa. 

La tercera fuente de ingresos de divisas es el crédito internacional, algo que estuvo literalmente vedado por años, en medio de los desajustes de la economía argentina y ahora parece que puede empezar a destrabarse por parte de los organismos multilaterales de crédito. 

En este contexto, el desarrollo que está adquiriendo Vaca Muerta, en especial luego de la finalización y puesta en funcionamiento del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner en 2023 y los planes para construir una planta de licuefacción en Río Negro para exportar GNL (Gas Natural Licuado), es clave para lo que viene.

Con el 2025 ya asomando en el horizonte, la situación luce promisoria. El incremento de la producción en la formación de shale oil y gas en Neuquén, la mejora en las exportaciones de petróleo, junto a la baja de importaciones de energía por el mayor abastecimiento de gas al mercado interno, en los últimos meses cambiaron el signo de la balanza energética, que pasó de deficitaria a superavitaria. 

Estimaciones conservadoras aseguran que este año el saldo de la balanza comercial sectorial tendría un piso de US$ 5000 millones, mientras que otros elevan ese nivel hasta los US$10.000 millones.

Pero tal vez lo más interesante san las proyecciones para 2025. Un informe publicado por Más Energía (+E), portal especializado en energía, destaca que "las previsiones de muchos especialistas están siendo cada vez más optimistas en este sentido y marcan un saldo de superávit comercial energético de unos 6.000 millones de dólares para este año y hasta 13.000 millones de dólares para el 2025, como afirmó el economista Ricardo Arriazu en las Jornadas Monetarias del Banco Central". 

Y apunta que según datos oficiales en los primeros ocho meses de este año el acumulado de exportaciones muestra un saldo positivo de 3.157 millones de dólares, pero hay que recordar que habiendo pasado el período invernal la necesidad de importar energía es mucho menor.

El informe también da cuenta de otras estimaciones como la de Nicolás Arceo, quien proyectó una balanza comercial energética de US$5.053 millones para 2024, que se eleva a 7.340 millones para el año próximo, "lo que no deja de ser un número muy importante considerando que el año pasado tuvo un saldo neutro y en 2022 fue negativa por más de 4.300 millones".

Según el portal +E, Arceo, titular de la consultora Economía & Energía se vale de las estimaciones de comercio exterior, que marcan una suba de 22% en 2024 y del 10% el año próximo, mientras que las importaciones tendrían un baja de 42% este año y del 29% el próximo.

Desde el Gobierno, en tanto, y según el pronóstico del secretario de Coordinación de Energía y Minería, Daniel González, este año se alcanzaría un superávit energético de US$5.000 millones, que crecería hasta los US$ 10.000 el año que viene.