El ministro de Economía Luis Caputo no tiene pensado devaluar un 20 o 30%, según pide el FMI, a cambio de levantar el cepo cambiario.

Hay un punto que despierta sospechas en los negociadores argentinos, que el viernes pasado cerraron ya casi todas los puntos del acuerdo “corto” para cerrar el 2024. Y, quizá, evaluar algo del 2025. Es el capítulo donde Argentina espera una inflación para el próximo año del 18,7%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa en su último informe del World Economic Outlock (WEO) un 45%. Y más allá de la diferencia importante entre las proyecciones, lo que sospechan desde Buenos Aires es que el organismo financiero que maneja Kristalina Giorgieva, aún espera que el Gobierno de Javier Milei devalúe su moneda en algún momento del 2025. Y, luego, encaje en lo que desde el segundo trimestre de este año aguardan los negociaciones que en su momento seguían al chileno Rodrigo Valdes. Y, luego de su renuncia a seguir el caso argentino, el venezolano Luis Cubeddu.

Desde junio del 2024, los hombres y mujeres del FMI le reclaman a Luis “Toto” Caputo y el resto de los negociadores locales, que el peso se deprecie entre un 20 y un 30%, para poder acceder luego a un crédito más importante de unos US$ 7.000 a 10.000 millones extras. Y, así, abrir el cepo. “Ni en pedo”, dijo abiertamente el ministro argentino ante el director para el hemisferio occidental, abriendo una grieta en las negociaciones, que aún no pudo cubrirse. Ni con la diplomacia del caso desplegada la semana pasada durante la asamblea anual del FMI de Washington, donde Caputo y el flamante negociador local ante el Fondo, el argentino- chileno José Luis Daza, donde todo fueron sonrisas, apretones de manos y declaraciones de profundizaciones en las relaciones. Pero, se sabe, aun hay mucha distancia entre lo que reclama Argentina (dólares para abrir el cepo) y el FMI, un cambio radical en la política cambiaria argentina, incluyendo la alteración del tipo de cambio.

El FMI tiene sus argumentos para fijar posición: no quiere financiar con los dólares de un nuevo préstamo, una salida masiva de dólares ante un tipo de cambio que considera firmemente retrasado. Y más del 30%. NO habrá acuerdo en este punto. Por esto la Firma del próximo Facilidades Extendidas para cerrar el 2024 y abrir el 2025, será de corto alcance. 

Lo que despierta sospechas en Buenos Aires, y cierto malhumor, es que en el WEO, el FMI descarte que la inflación incluya los efectos inevitables de una devaluación, en los términos que el organismo le reclamó al país en junio con Valdés; y que la nueva conducción de las negociaciones desde Washington no alteraron. Daza ya sabe que no convencerá a los técnicos del FMI. Y su misión ahora será demostrarles que están equivocados. Daza tiene un valor agregado para plantear batalla. Argentino de nacimiento, vivió desde los seis años en Chile, donde desarrolló casi toda su carrera académica y parte de su trabajo en la función pública como miembro del Banco Central de Chile, delegado en Tokio. 

El encargado primario de negociar para el FMI es el venezolano Luis Cubeddu, quién ya estuvo en Buenos Aires recogiendo los datos sobre las metas del segundo trimestre del 2024 para resolver (se descarta que positivamente) la aprobación de los compromisos de la novena revisión del acuerdo de Facilidades Extendidas, firmado en marzo del 2022. Es un paso necesario para resolver también la liberación de los 850 millones de dólares comprometidos por el FMI en ese acuerdo, dinero que llegaría para reforzar las reservas de la entidad que maneja Santiago Bausilli. Luego, ese dinero, volvería al FMI antes de fin de año, con los pagos obligatorios que debe hacer el país. 

Se descarta que desde Washington no habrá reparos en la aprobación de las metas, ya que, todos coinciden, incluso fueron sobre cumplidas por parte de la Argentina. Esto es, hubo un superávit primario de casi 1,5% acumulado al primer semestre, no se registró emisión monetaria para financiar el gasto y las reservas del BCRA se incrementaron en más de 7.000 millones de dólares en ese lapso.

Estos números avalan la aprobación, con lo que luego el paper elaborado por la repartición, llegará al board del organismo, donde se le dará el aval definitivo. Parafines de octubre, el dinero debería estar ingresando en el Banco Central. El problema en realidad no radica en este capítulo, sino en el incumplimiento de la meta de acumulación de reservas para el tercer trimestre del año, objetivo que el país no logró por unos U$S 1.500 millones. En este punto, Argentina debería pedir un waiver al organismo; lo que complicaría la estrategia de Caputo de lograr rápidamente y en el mismo proceso revisor desde el FMI, la aprobación de las metas del segunro y el tercer trimestre del año. Más complicado aún es el recuerdo del paper de "recomendaciones y críticas" firmadas por Valdés en julio pasado, sobre los problemas económicos del país y las necesidades de reformas profundas para poder continuar con la buena relación bilateral.

Ya se descarta casi totalmente la posibilidad de un nuevo acuerdo con el FMI que implique nuevos fondos frescos, al menos en importancia, una alternativa que recién se discutiría en el 2025, y sin la voluntad de flexibilidad por parte de la sede de Washington (así lo dejó en claro Cubeddu en su reciente visita a Buenos Aires), solo le resta al país cumplir con las metas, recibir avales desde el Fondo y no mucho más.

Esta actitud provocó en el gobierno de Javier Milei cierta desilusión, que el propio presidente dejó en claro al descalificar a Valdés, llamándolo hombre del "Grupo de Puebla", en referencia a su pasado como ministro de Economía del gobierno chileno de centroizquierda de Michelle Bachelet.

Daza también deberá trabajar sabiendo que el FMI descarta las reformas radicalizadas que desde Buenos Aires, Javier Milei había prometido en cuanto a la política cambiaria cercana a la dolarización. Y no la endógena. Sino la clásica. 
En conferencia de prensa de la vocera del organismo, Julie Kozack, con el Staff Report de julio pasado sobre Argentina y el período enero- marzo en la mano, aseguró que "la eventual 'competencia de monedas' dentro del régimen podría asemejarse al sistema de flotación administrada que prevalece hoy en Perú y Uruguay".

Con esto, de un plumazo, descartó que desde la sede de Washington del organismo se pueda llegar a avalar un esquema de dolarización lisa y llana, y menos con dinero del organismo. Mucho menos, en un proceso de apertura del cepo con dólares del FMI como paso previo a ese esquema cambiario que Milei defendió en la campaña electoral, y mantuvo como posible hasta mayo de este año, aún en su versión aggiornada de "competencia de monedas". Según Kozack, bajo elaboración técnica de Valdés, el esquema viable para Argentina debe orientarse según los ejemplos de Perú y Uruguay. Esto es, una flotación cambiaria administrada, con vigencia plena de la moneda local.

Esto, además de asignarle al BCRA un rol fundamental y claro, contradiciendo la idea política de Milei de su cierre y manteniendo "sus funciones de prestamista de última instancia para instituciones financieras elegibles (solventes), continuaría esterilizando las compras de divisas y gestionando la liquidez a través de operaciones de mercado abierto con títulos públicos".
Se conoció también que, en esas negociaciones de mayo pasado, que derivaron en esta posición irreductible del FMI ante la dolarización, competencia de monedas y rol del BCRA, hubo pedidos concretos del organismo que conduce Kristalina Georgieva para que el país devalúe su moneda "al menos un 20%", que elimine los diferentes tipos de cambio y que libere más la política monetaria oficial

Es algo a lo que tanto Caputo en directo, como Milei desde el zoom, se negaron tajantemente. Incluso, se comenta dentro de la Casa Rosada, con algún que otro exabrupto hacia los hombres de Washington de parte del ministro de Economía. Otra misión de Daza será que se entienda que se terminó el tiempo de los exabruptos, y comenzó el de las negociaciones de convivencia. 

Así las cosas, y cuando se acerca el momento de la aprobación de las metas del segundo trimestre del año pactadas con el organismo, la intención ahora del Gobierno es que no haya nuevos papers molestos que sean presentados en la sede del FMI de Washington. Nuevamente, tarea de Daza.

Y que, ya que no hay por ahora fondos frescos ni voluntad de negociación posible para este año, que no existan tampoco declaraciones de Valdés (ya retirado del caso argentino), Kozack o algo similar que complique la estrategia de cierre del año de Caputo y Bausilli. De lo contrario, amenazan desde Buenos Aires, habrá que esperar nuevas embestidas de tipo ideológico desde el jefe de estado libertario. Finalmente, otra misión de Daza. Evitar los exabruptos. En este caso, desde Buenos Aires.