El Gobierno nacional necesita de las divisas del campo para poder engordar las arcas del Estado, y a su vez, enfrentar las obligaciones de pago que tiene.
El panorama no es alentandor. Ni para el campo ni para el Gobierno de Javier Milei. Tanto la fuerte caída de los precios internacionales de la soja como las proyecciones de una súper cosecha regional -que por oferta/demanda hace caer aún más la cotización- para la próxima campaña, son un combo explosivo que impactarían en un primer momento, en el bolsillo de los productores, y en una segunda instancia, en las arcas del Estado.
Específicamente, el país necesita de dólares tanto para pagar sus obligaciones -deuda, vencimientos de interés de bonos soberanos- como para poder avanzar en medidas estructurales que forman parte de plan de gobierno -quita del cepo y del Impuesto PAÍS-.
Sin inversiones, y con una incipiente y puntualizada apertura al financiamiento internacional, el ingreso de dólares tiene una dependencia absoluta del nivel de exportaciones que haya. Por ahora, las retenciones son esenciales para que Javier Milei pueda mantener y/o engrosar las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA).
En este marco, se conoció un informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), en el que se proyecta que los ingresos por exportaciones de granos (y sus principales derivados industriales) representarían para 2025 unos 31.591 millones de dólares. Lo que es casi US$500 millones por debajo del valor estimado para 2024.
"Si el número anterior se ajusta por el menor gasto en las compras de soja a países vecinos, una práctica habitual de la industria aceitera argentina en los últimos años, la caída de divisas se revierte, quedando el flujo neto prácticamente neutro, al mismo nivel que el que se estima para este año: en torno a US$29,4 mil millones", aclaran los especialistas.