Un reciente análisis científico sostiene que la imagen impresa en el Sudario de Turín no se formó sobre un cuerpo humano, sino que pudo haberse originado a partir de una escultura en bajorrelieve, reavivando el debate sobre su autenticidad y su vínculo con la figura de Jesús.
Un reciente análisis científico vuelve a poner en discusión el origen de la figura impresa en el Sudario de Turín, la famosa tela que muchos consideran el lienzo funerario de Jesús de Nazaret.
Según un estudio publicado en la revista Archaeometry, la imagen se asemeja más al resultado de un contacto con una escultura en bajorrelieve que al contacto con un cuerpo real.
El Sudario de Turín es una tela de lino de aproximadamente cuatro metros de largo por uno de ancho, en la que se observa la silueta frontal y dorsal de un hombre con señales de heridas, y que durante siglos fue venerada como la mortaja que cubrió el cuerpo de Jesús tras su crucifixión. Su primera mención documentada data de finales del siglo XIV, y desde entonces ha generado intensos debates sobre su autenticidad. En 1989, una datación por radiocarbono situó la creación de la tela entre los años 1260 y 1390, lo que reforzó la hipótesis de su origen medieval.
En la nueva investigación, el diseñador digital brasileño Cicero Moraes, especialista en reconstrucciones faciales históricas, utilizó un software de modelado para comparar el comportamiento de una tela al cubrir un cuerpo humano tridimensional y al cubrir una escultura en bajorrelieve. Moraes explicó que "la imagen del sudario de Turín es más coherente con una matriz en bajorrelieve. Dicha matriz podría haber sido de madera, piedra o metal y pigmentada (o incluso calentada) solo en las zonas de contacto, produciendo el patrón observado".
La verdad del Sudario de Turín
Para su experimento, Moraes creó y analizó dos modelos digitales: uno representaba un cuerpo humano con volumen y otro era una figura humana en bajorrelieve. Mediante simulaciones 3D, el investigador "vistió" ambos modelos con tela virtual y luego comparó los resultados con fotografías del sudario tomadas en 1931. La tela aplicada sobre la escultura en bajorrelieve reprodujo casi con exactitud la imagen observada en el sudario, mientras que la tela sobre el cuerpo tridimensional generó distorsiones notorias, conocidas como el “efecto máscara de Agamenón”, en referencia a la famosa máscara mortuoria griega que presenta un rostro mucho más ancho de lo normal.
Según Moraes, "una escultura en bajorrelieve no deforma la imagen y produce un resultado similar al de una fotocopia, tal como se observa en el sudario de Turín, porque solo marca las zonas de posible contacto directo, sin volumen real".
Aunque Moraes no indagó en las técnicas ni materiales que pudieron haberse empleado en la creación del sudario, considera plausible que artistas o escultores de la época, con conocimientos suficientes, hayan podido fabricar una pieza semejante mediante pintura o bajorrelieve. En el estudio se aclara que "aunque existe una remota posibilidad de que sea una impresión de un cuerpo tridimensional humano, es plausible considerar que artistas o escultores con conocimientos suficientes pudieron haber creado una pieza así, ya sea mediante pintura o bajorrelieve".
Desde la Universidad de Turín, el profesor de historia del cristianismo Andrea Nicolotti coincide con la hipótesis de Moraes, pero sostiene que no se trata de un descubrimiento: "Desde hace al menos cuatro siglos sabemos que la imagen corporal del sudario es comparable a una proyección ortogonal sobre un plano, lo que ciertamente no pudo haberse creado por contacto con un cuerpo tridimensional", escribió Nicolotti en Skeptic. "Moraes ha creado ciertamente imágenes bellas con ayuda de software, pero sin descubrir nada que no supiéramos ya", agregó.