A pesar de la reciente adquisición de 24 aviones de combate F-16, medios británicos afirman que las limitaciones económicas, logísticas y diplomáticas impiden que Argentina represente un peligro real.
A comienzos de abril, el ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri, anunció la firma de un acuerdo para la compra de 24 aviones de combate F-16 Fighting Falcon. Durante el anuncio, el representante del gobierno de Javier Milei destacó que con esta adquisición, Argentina "despegaba" hacia una nueva etapa. Sin embargo, a pesar de la relevancia de esta compra, especialistas en defensa han señalado que no alterará de manera sustancial el equilibrio estratégico en la región del Atlántico Sur.
En una editorial del medio británico UK Defence Journal, titulada originalmente "Incluso con aviones F-16, Argentina ya no es una fuerza militar creíble", que luego fue modificado, se sostiene que Argentina sigue sin representar una amenaza significativa para las Islas Malvinas.
Según este medio, el poderío militar argentino continúa debilitado por una combinación de equipos anticuados, limitaciones económicas y restricciones diplomáticas.
El análisis agrega que la promesa de Javier Milei de destinar 2.000 millones de dólares a la modernización militar tampoco parece alcanzable dada la compleja situación financiera que atraviesa el país. Aunque se ha mencionado la posibilidad de renovar el equipamiento militar, los expertos consideran poco realistas estas metas en el contexto económico actual.
Antes del acuerdo para la adquisición de los F-16, la Fuerza Aérea Argentina contaba con muy pocos aviones en condiciones de operatividad. La llegada de los nuevos aviones tampoco solucionará por completo el problema, ya que la capacidad de mantener y actualizar los F-16 dependerá de un presupuesto de defensa limitado, que está mayormente destinado a cubrir salarios, con escasos recursos para el mantenimiento y compra de equipos.