La Iglesia Católica celebra la festividad de San Patricio este domingo. Ferviente evangelizador y constructor de iglesias y abadías.
Como cada 17 de marzo, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Patricio, obispo y misionero. Junto a Santa Brígida y San Columba, San Patricio ostenta el patronazgo de Irlanda, nación cuya identidad e historia fueron configuradas por el catolicismo.
San Patricio fue quien introdujo el mensaje de Cristo en Irlanda, en los tiempos de la expansión del Evangelio en la Europa Insular. Ciertamente, el cristianismo había arribado años antes a la isla, pero no fue hasta la llegada de San Patricio que la cultura cristiana pudo difundirse ampliamente y echar raíces en el alma de la nación. Por eso, la historia le ha concedido el título de "Apóstol de Irlanda".
Historia
San Patricio nació en Britania (hoy Gran Bretaña) alrededor del año 385. Su padre fue cristiano y ejerció el diaconado. Siendo muy joven su casa fue saqueada por unos delincuentes, quienes lo llevaron a la fuerza rumbo a la isla vecina, Irlanda, donde fue vendido y obligado a trabajar en condición de esclavo.
Durante los seis siguientes años, Patricio prácticamente vivió a la intemperie, cuidando ovejas, hasta que tuvo la oportunidad de escapar y regresar a casa. Después de haber recobrado su libertad, inició el camino espiritual que lo conduciría al sacerdocio y, posteriormente, en la madurez, a ser ordenado, precisamente, obispo de las tierras en las que fue esclavizado.
Sólo gracias a aquellos amargos años de cautiverio Patricio pudo reencontrarse con su fe, puesto que no había conservado casi nada de lo que le fue enseñado en la niñez, como él mismo lo admite en sus Confesiones: "Yo no creía en el Dios verdadero".
A pesar de eso, el único y verdadero Dios tocaría su corazón y lo rescataría no sólo del poder de los hombres malvados, sino de las pesadas cadenas que aprisionaban su alma: "Yo era como una piedra en una profunda mina; y Aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y me puso sobre una pared".
La evangelización de Irlanda
De Britania, Patricio se traslada a las Galias (hoy Francia), donde empieza a profundizar en la fe cristiana. Allí es ordenado sacerdote por San Germán de Auxerre. Tras una visión, decide deshacerse de sus propiedades y regresar a Irlanda, donde entendía que Dios lo mandaba a evangelizar.
El número de cristianos en esa isla iba en aumento, y el Papa tomó la decisión de nombrar un obispo para atender a la creciente comunidad. Sin embargo, el designado para ocupar la sede episcopal falleció repentinamente y el cargo recayó en Patricio.
Ya en Irlanda como obispo, se enfrentó a los druidas, paganos que controlaban políticamente el territorio insular; también hizo frente a los pelagianos, herejes que por ese entonces confundían a los fieles cristianos.
El santo, en un contexto tan difícil como este, redobló los esfuerzos por lograr la unidad doctrinal de los católicos, mientras extendía el cristianismo y su propuesta cultural por toda Irlanda construyendo abadías y más templos.