La llegada de peregrinos a la Catedral Basílica de Catamarca se intensifica a medida que avanzan las celebraciones en honor a la Virgen del Valle. Desde distintas localidades de nuestra provincia, Tucumán, y otros lugares del NOA, cientos de fieles emprenden viajes que mezclan sacrificio, emoción y profunda devoción.

Caminan, pedalean o viajan en transporte público, pero todos comparten un mismo destino, llegar a los pies de la Madre del Valle para agradecer, pedir y renovar promesas. Por tal emotiva devoción, eldiariodecatamarca.com, reunió relatos de fe que solo demuestran el fervor hacia la Madre de sus Peregrinos.
Un grupo numeroso de tucumanos arribó a la Catedral, dando testimonio del valor espiritual que los impulsa a recorrer tantos kilómetros. Para muchos, la peregrinación no es solo una tradición, sino una experiencia transformadora.
“ES HERMOSO LLEGAR Y AGRADECER”
Un grupo proveniente de Lules expresó la emoción de pisar nuevamente el templo mariano, “La verdad es algo hermoso llegar acá, pedir, más que nada agradecer por todo lo que nos da, pedir por la familia, por la salud. Ya lo venimos haciendo varios años y es hermoso”, contaron.
Otros devotos, esta vez desde Alberdi, realizaron su primera travesía en bicicleta. Aunque reconocieron el esfuerzo físico, destacaron que nada opaca la alegría del encuentro con la Virgen, “Es una experiencia re linda, pero muy agotadora. Venimos a agradecer por todos los favores recibidos, por la salud de la familia, por el bienestar y por nuestros estudios”, expresaron conmovidos.
Al describir la llegada a la Catedral, los peregrinos coincidieron en que es un momento único, cargado de sensaciones difíciles de explicar, “Es una alegría inmensa tener acá a nuestra Madre del Valle. Felicidad que dan ganas de llorar y explotar de emoción”, compartió uno de ellos.
También alentaron a quienes todavía dudan en peregrinar, “Es agotador, sí, pero vale la pena. Se hace una vez al año y es re lindo, tanto para quienes vienen en bici como a pie. Que se animen”.
MANUEL: EL ESFUERZO DE 90 KILÓMETROS Y EL VALOR DE AGRADECER
Desde Singuil, en Ambato, Manuel llegó por primera vez en bicicleta, acompañado por su primo que completó el recorrido a pie, “Los primeros kilómetros fueron durísimos. Son noventa y tantos kilómetros. Pero venimos pensando en la fe y en el objetivo de cumplir”, relató.
Al llegar frente a la Virgencita, la emoción lo desbordó, “Es una alegría inmensa, te dan ganas de llorar y explotar de emoción”. También destacó que todo lo vivido, bueno o malo, lo trae en acción de gracias, “Yo no vengo a pedir, vengo a agradecer. Por algo suceden las cosas”, afirmó.
En el camino, sumó, se forman vínculos que perduran “Se hacen amistades como una familia. También traigo pedidos de personas mayores o de quienes necesitan ayuda. Los traigo con fe”.
ÁNGEL: UNA PROMESA QUE SE RENUEVA CON CADA PASO
Entre los testimonios más conmovedores está el de Ángel, peregrino de San Javier, quien año tras año camina para honrar una promesa, “Ella salvó a mi sobrinito de dos años. Estaba al borde de la muerte y yo le pedí que, si lo salvaba, vendría todos los años que pueda para darle gracias, caminando”, contó con la voz quebrada.
Durante su camino se encontró con otros peregrinos tucumanos, entre ellos de Tafí del Valle, y juntos continuaron el viaje como una sola familia de fe, “Nos encontramos en la ruta. Todos venimos con un solo objetivo. Nos acompañamos y venimos a darle gracias, a pedir por nuestras familias. Ella siempre está para escucharnos”.
Las palabras de estos peregrinos reflejan la esencia de las festividades marianas, una fe que se camina, que se siente y que se comparte. A medida que se acerca el 8 de diciembre, miles seguirán llegando para honrar a la Virgen del Valle, llevando consigo promesas, agradecimientos y esperanzas que encuentran en Ella un refugio seguro.
