El campo transita un momento clave, tanto para cultivos de invierno como de la gruesa de verano y ambas necesitan lluvias para reponer perfiles de humedad a los suelos. Impacto en la producción.

La esperanza de que la campaña de cultivos de invierno arrojara resultados promisorios tras un año de sequía y otro marcado por las pérdidas generadas por la chicharrita del maíz, comienzan a desvanecerse. Y con ello la posibilidad de aspirar más dólares vía exportaciones.

Con un régimen de lluvias por debajo de los parámetros normales para esta época del año y perfiles de humedad en los suelos insuficientes para un buen desarrollo de los cultivos el trigo está empezando a mostrar el impacto concreto en términos de rendimientos y producción. 

El último relevamiento de la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario (GEA-BCR) destaca que en la Región Núcleo que abarca las provincias de Santa Fe, Córdoba y norte y centro de Buenos Aires, "las lluvias fallaron y la producción triguera cae en 500.000 toneladas". 

La explicación es que las precipitaciones que se esperaban para salvar al trigo en un momento clave del desarrollo del cultivo, sólo alcanzaron al NE de la región. Así, "la sequía sigue extendiéndose, ahora al 80%" del área y como no podía ser de otro modo, habrá un impacto en los rendimientos esperados y la producción total. "De los 4,9 millones de toneladas estimadas de trigo en la Región Núcleo, se estiman 4,4 Mt". 

El informe elaborado por un equipo integrado por Marina Barletta, Florencia Poeta y Cristián Russo, pone el foco es la falta de lluvias desde septiembre y, en especial, en lo que va del mes. 

"El déficit hídrico de los primeros diez días de octubre se suma a un septiembre completamente seco en la Región Núcleo", señalan los especialistas. Aclaran que históricamente, en la primera década del mes ya deberían haberse acumulado 30 mm, sin embargo, este año sólo un 10% del área llegó a ese nivel.

Bajo estas condiciones extremas, "el 80% de los suelos de la región continúan en estado de sequía" y solo el noreste de Buenos Aires, tiene condiciones de humedad escasa a regular. En relación a las demandas urgentes de agua se estima que hoy hacen falta entre 100 y 140 mm sólo para recomponer las reservas de agua en los suelos.

Mientras tanto las miradas empiezan a posarse en la campaña gruesa, que está culminando la ventana de siembra en el caso del maíz - termina a mediados de octubre- y está por comenzar la soja. 

En la previa, la mayoría de los analistas del mercado de granos, además de los técnicos de las bolsas de Comercio de Rosario y de Cereales, tanto de Buenos Aires como de Córdoba, aseguraban que el maíz tendría una merma importante en la superficie a implantar ante el temor de una nueva plaga de chicharrita como la del ciclo 2023/24. Así la intención de siembra era un 20% menor a la campaña anterior, pero con algunos rendimientos importantes, la producción caería en torno a 5%.

Así, gran parte de estas tierras se destinarían a soja y algo a sorgo. El área sembrada con soja sería un 10% superior al ciclo anterior, según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, y esto arrojaría un 3% de crecimiento en la producción.

Al respecto desde la Bolsa de Comercio de Rosario aseguran que en la última semana la campaña maicera está caracterizada por "solo el 49% del área de maíz sembrada y otro evento de lluvias que pasó sin dejar los milímetros para retomar la siembra"

En tanto, empieza a preocupar "la calidad de la semilla de soja". Y destacó: "El ataque de patógenos durante el llenado de grano y una maduración deficiente hacia el final de la cosecha están afectando la germinación de las semillas que se usarán en esta campaña".