Cuando a una persona se le consulta cuál es el sentido que más valora, o de manera inversa, cual es el sentido que más sufriría perder, la respuesta suele ser unánime: la vista.
La visión no es una cuestión menor cuando se valora vivir más y mejor. La expectativa de vida en Argentina en 2023 fue de 78 años, 4 años más que en 2000 y 10 años más que en la década del 80.
Vivir más y mejor es un desafío importante para la ciencia y la sociedad, porque a medida que aumenta la expectativa de vida, aumenta también la incidencia de problemas de salud que están tradicionalmente relacionados con la edad, como la diabetes, EPOC, demencia y la enfermedad coronaria entre muchas enfermedades que aumentaron su incidencia en los últimos años. La visión es algo que también puede alterarse con el paso de los años.
En un mundo donde la información médica está al alcance de un clic, sorprende cuán poco se sabe sobre la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Esta enfermedad, es la tercera causa de ceguera en todo el mundo y la primera en los países industrializados. Además, es una de las principales causas de pérdida de visión central en personas mayores de 50 años en Occidente.
Es una enfermedad que avanza silenciosamente afectando la capacidad de leer, conducir y reconocer rostros. Es crucial entender qué es la DMAE, cómo se presenta y qué podemos hacer para combatirla.
La DMAE es una enfermedad inflamatoria y degenerativa de la mácula, la parte central de la retina. A medida que envejecemos, esta condición puede progresar, afectando severamente la visión central. Existen dos formas principales de DMAE: la seca (o atrófica) y la húmeda (o exudativa).
La DMAE seca, que representa entre el 80% y el 90% de los casos, es la más común. En esta variante, el tejido de la mácula se atrofia y adelgaza progresivamente. Aunque puede parecer menos agresiva, en algunos casos evoluciona hacia la forma húmeda, la cual es mucho más severa. Esta última, que afecta entre el 10% y el 20% de los pacientes, se caracteriza por el crecimiento de vasos sanguíneos anómalos bajo la retina. Los vasos pueden sangrar y causar inflamación, llevando a un engrosamiento del tejido macular y, en fases avanzadas, a la atrofia del tejido.