La estadounidense Stephanie Ronan sufrió un violento accidente de automóvil en 2018. Seis años después cuenta cómo el brutal episodio cambió su vida
En un testimonio resiliencia humana, Stephanie Ronan, una mujer estadounidense, compartió su experiencia de sobrevivir a un accidente de tráfico que la dejó con una “decapitación interna”, una rara y grave lesión que implica la desconexión entre el cráneo y la columna vertebral.
Entre las cirugías que salvaron su cuerpo y su recuperación personal, tanto a nivel físico como psicológico, Ronan se animó a contar el calvario que marcó su vida por completo a través de la plataforma de videos Tik-Tok y reveló detalles de su asombrosa recuperaciónen una columna en primera persona publicado por la revista Newsweek.
Seis años atrás
El accidente del que Stephanie fue víctima ocurrió el 29 de septiembre de 2018 de noche, cerca de las 11 PM, cuando volvía a su casa luego de visitar a una amiga. Llevaba pocos minutos de viaje cuando fue embestida por un camión a más de 85 kilómetros por hora. El conductor estaba alcoholizado, y el choque empujó el SUV que ella conducía hacia la zanja.
Tras el episodio, que no recuerda con precisión, fue socorrida por un helicóptero que la trasladó al hospital. Su estado era gravísimo: había sufrido una “decapitación interna”.El diagnóstico se refiere a la dislocación atlanto-occipital, una condición potencialmente mortal que separa el cráneo de la columna vertebral.
En la noche del trágico accidente, los equipos de emergencia desempeñaron un papel crucial en salvar la vida de la víctima. Tras el violento impacto, se encontró inmovilizada dentro de su vehículo, completamente incapacitada para escapar por sus propios medios debido a las severas lesiones y al estado en que quedó el SUV. Los rescatistas emplearon equipos especializados para cortar los restos del vehículo y extraerla cuidadosamente, una tarea que requirió tanto precisión como rapidez.
Una vez liberada, fue trasladada de urgencia por aire al hospital más cercano, donde enfrentó varias cirugías de emergencia para tratar múltiples fracturas y lesiones internas. Los médicos intervinieron quirúrgicamente para reparar daños en sus costillas, piernas y cuello, además de atender las complicaciones en sus pulmones.
Uno de los procedimientos más críticos fue abordar la dislocación atlanto-occipital, que es efectivamente una decapitación interna. Este delicado procedimiento implicó realinear quirúrgicamente el cráneo con la columna vertebral y estabilizar la zona con implantes de hardware.
“Recuerdo haber abierto los ojos y sentir un pánico total mientras estaba en el hospital”, relata Stephanie.
Volver a ser
Stephanie avanzó considerablemente en el proceso de recuperación con una enviadiable fortaleza y, contra todo pronóstico, incluso volvió a conducir.
Sin embargo, las secuelas físicas y emocionales del accidente han sido devastadoras y perduran hasta hoy. La recuperación física ha sido un camino largo y tortuoso, marcado por el dolor crónico que afecta su movilidad y calidad de vida diaria.
Desde el punto de vista emocional, el trastorno de estrés postraumático (PTSD) ha sido uno de los desafíos más difíciles de superar. “Cada vez que entro a un vehículo, es como revivir el accidente una y otra vez. Es una lucha constante contra el miedo y la ansiedad,” relata la víctima. Para adaptarse a esta nueva realidad, ha incorporado tecnologías de asistencia como monitores de puntos ciegos y espejos especiales en su vehículo, que le ofrecen una mayor seguridad al conducir.
Con el objetivo de ayudar a quiene spasan por un calvario similar, comenzó a mostrar su vida en su perfil de Tik-Tok (therapywithstephanie1). Además de fotos con momentos que retratan su estadía clínica y cómo vive la actualidad, también comparte los estudios e intervenciones médicas que le han sido realizadas.
“Sobreviviente de una decapitación interna provocada por un conductor ebrio”, escribió como biografía de la popular red social, en la que sube videos que superan las 40.000 visualizaciones.
Es en esta plataforma donde revela su evolución y cómo ha logrado retomar actividades cotidianas, como conducir, desafiando las probabilidades que le dejó el accidente.
Pero eso no lo es todo, además, forma parte de la organización Madres contra la Conducción en Estado de Ebriedad (MADD), intentando aportar a la concientización y la importancia de conducir sin estar sumergido en los efectos del alcohol.
“Hay una gran recompensa por convertir mi dolor en algo que pueda ayudar a otros”, repite Stephanie.