Científicos del Laboratorio de la Universidad de la Plata realizaron un estudio sobre el mosquito vector, revelando que las nuevas mutaciones resisten a los insecticidas. Los detalles.

La primavera representa la temporada propicia para el nacimiento de larvas de mosquitos, que suelen permanecer a lo largo del verano. Es por ello que, en esta época, ya comienzan las campañas de prevención de las enfermedades que pueden ser transmitidas por mosquitos vectores, como es el caso de Aedes Aegypti. En ese marco, los científicos de la Universidad de La Plata (UNLP) alertan sobre las diferentes mutaciones que presenta el mosquito vector del dengue en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), una de las zonas más afectadas por la epidemia en la temporada 2023-2024.

Hace cinco años, los investigadores del Laboratorio de Neurobiología de Insectos (CENEXA-CREG) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) habían alertado sobre la presencia de una mutación genética en los mosquitos Aedes aegypti que los hacía más resistentes a los insecticidas. Ahora, el mismo grupo de científicos reveló los resultados de un nuevo estudio, en el cual analizaron a los mosquitos presentes en el AMBA en las recientes temporadas, indicando que se encontraron hasta tres mutaciones en los insectos, hallazgo que alarma a la comunidad.

Para llevar adelante la investigación, desde 2018, los científicos recolectaron y estudiaron mosquitos del AMBA, además de la ciudad de Pergamino. El trabajo, que se realizó en colaboración con el ANLIS Malbrán y con el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, está enfocado el mosquito vector del dengue, zika y chicungunya: el Aedes aegypti. 

Sheila Ons, bióloga y directora del grupo de investigación, adelantó: “Se esperan este año muchos casos de dengue y la evidencia de resistencia en las poblaciones del mosquito vector, el Aedes aegiypti, es muy grande en nuestra Provincia. Se sabe que los insectos son muy adaptables al ambiente porque tienen mucha descendencia, que puede tener distintas mutaciones. Eso les da a las especies plasticidad para responder a las presiones cambiantes del entorno”.

En el documento, publicado en el sitio web de la universidad, detallan que, en Argentina, los únicos insecticidas habilitados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), son los piretroides debido a su “aceptable grado de toxicidad”. Sin embargo, las mutaciones halladas en la reciente investigaciones “hacen que la interacción con el piretroide sea más difícil, haciendo que la dosis habitual de insecticida ya no alcance para matarlo, sino que se necesiten dosis cada vez más altas”.

Los piretroides son sustancias químicas que actúan sobre una proteína, que se conoce como canal de sodio, que está en el sistema nervioso de los insectos. “La proteína forma un canal que se abre y cierra, dejando pasar iones. Esa proteína está involucrada en la trasmisión del impulso nervioso. Cuando el piretoride interactúa con este canal de sodio, lo que hace es dejarlo abierto, bloqueando los impulsos nerviosos normales, y por eso se dice que actúa por volteo. Sencillamente, lo ‘noquea”, explicó Ons.

En ese contexto, el descubrimiento de las mutaciones que tienen resistencia a los insecticidas piretroides alerta a la comunidad científica que ya está manejando algunas hipótesis de su aparición. La principal hipótesis plantea que las fumigaciones podrían haber sido las causantes de la mayor presencia de mutaciones. Esto lo explican de la siguiente forma: “Al establecer una mayor presión de selección sobre las poblaciones, se van seleccionando las variantes resistentes. Como el uso de insecticidas aumenta cuando hay muchos casos de dengue, y para comprobar si este mecanismo evolutivo podría ser el responsable, los investigadores correlacionaron la cantidad de casos de dengue reportados en cada lugar de muestreo con la frecuencia de mutaciones de resistencia. El resultado es muy elocuente, muestra que, en las localidades con más casos, hay más mosquitos resistentes”.

Pero no todo es negativo. Hay indicadores que aseguran que las mutaciones se podrían revertir. Esto se podría lograr si las “poblaciones de mosquitos en las que no todos los individuos fueran resistentes dejaran de estar expuestas a los piretroides por un tiempo, así podrían volverse susceptibles”. En ese sentido, la bióloga del CONICET profundizó: “Existe una suerte de compromiso. En presencia de piretroides en el ambiente, las mutaciones le confieren una ventaja al mosquito, pero a su vez son desventajosas en ausencia del insecticida. Así, en un ambiente libre de piretroides, la resistencia debería ir desapareciendo”.

Para concluir, Ons recomendó cómo se podría dar fin a las mutaciones: “Lo ideal es hacer un manejo integrado, usando otras estrategias antes de llegar a los insecticidas. El descacharrado, que deja al mosquito sin lugares de cría, es fundamental. Las fumigaciones deben reservarse sólo como modo de control de brotes, y no hacerse durante toda la temporada de mosquitos. Además de evitar el impacto ambiental que conlleva, esto nos ayuda a que las poblaciones no sean resistentes, de modo de contar con una medida efectiva en el caso de declararse la emergencia”.