Con la disponibilidad de la vacuna para VPH, la detección precoz y el tratamiento oportuno, están dadas las condiciones para poder evitar en la Argentina la muerte de más de 2.000 mujeres cada año como consecuencia de esta enfermedad.
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad causada por el crecimiento descontrolado de las células del cuello del útero. La infección prolongada sin tratar por algunos subtipos del Virus del Papiloma Humano (VPH) es la causante del 95% de los casos de este tipo de cáncer, la cuarta causa más frecuente de cáncer en la mujer. Sin embargo, se trata de una enfermedad que, detectada a tiempo y tratada adecuadamente, se puede prevenir y también curar y cada 26 de marzo se celebra el “Día Mundial de Prevención del Cáncer de Cuello Uterino” con el objetivo de concientizar a todas las mujeres de la importancia de prevenirlo y detectarlo a tiempo.
“El cáncer del cuello uterino es una enfermedad casi completamente prevenible. El culpable de este cáncer es un virus llamado VPH, una infección que casi todos quienes somos sexualmente activos, hemos contraído o vamos a contraer en algún momento de nuestras vidas y que, generalmente, nuestro sistema inmune resolverá”, explicó Andrés Humphreys (M.N. 84.796), jefe de la sección de Patología del Tracto Genital Inferior del servicio de Ginecología del Hospital Británico de Buenos Aires.
Si bien en la mayoría de los casos, el sistema inmunitario elimina el VPH del organismo, la infección persistente por subtipos de alto riesgo puede provocar la aparición de células anormales. Generalmente, estas células tardan entre 15 y 20 años en convertirse en cáncer, pero en las mujeres con un sistema inmunitario debilitado este proceso puede desarrollarse entre 5 y 10 años. Existen más de 200 tipos de VPH, de los cuales 40 infectan la zona genital y, aproximadamente sólo 14 de ellos, llamados VPH de alto riesgo están asociados a lesiones precancerosas. Si estas lesiones no se tratan a tiempo, pueden evolucionar lentamente a un cáncer de cuello uterino.
“Hoy en día contamos con una vacuna altamente eficaz para prevenir la infección por VPH, y está incluida en el Calendario Nacional de Vacunación para niños y niñas a partir de los 11 años. Es obligatoria y gratuita. A su vez, existen hoy pruebas de VPH que nos permiten detectar la enfermedad precozmente, con alta sensibilidad. Y finalmente, tratamientos efectivos para estas lesiones precursoras del cáncer. Con la vacuna, detección precoz y tratamiento oportuno, están dadas todas las condiciones para que este cáncer, que se cobra la vida de alrededor de 2000 mujeres por año en nuestro país, pueda ser prácticamente erradicado. Es imprescindible mancomunar esfuerzos para que esta anhelada meta se pueda alcanzar”, enfatizó Humphreys, quien además es vicepresidente de la Sociedad Argentina de Patología del Tracto Genital y Colposcopia.
Test efectivos
La detección temprana de las células anormales y/o presencia del VPH ayuda a prevenir el desarrollo del cáncer de cuello uterino. Dentro de los distintos métodos de diagnóstico es importante distinguir entre el Papanicolau (PAP), que detecta las variaciones celulares que genera el VPH y que se recomienda a partir de los 3 años de iniciadas las relaciones sexuales; la colposcopía, que permite visualizar las alteraciones que genera el virus en el tejido del cuello uterino; y el test de VPH, que detecta la presencia de infección por genotipos de VPH capaces de causar lesiones precancerosas.
La evidencia muestra que las pruebas de VPH tienen una alta sensibilidad y son efectivas para detectar mujeres en riesgo de tener lesiones precancerosas. El test de VPH es muy sencillo: se extrae una muestra de las células del cuello uterino que luego se envía al laboratorio. Allí, la técnica de PCR en tiempo real permite detectar la presencia y los genotipos de VPH de alto riesgo. Esta identificación ayuda al médico a tomar una mejor decisión de seguimiento y/o tratamiento, según corresponda.
Actualmente, es posible además realizarse una autotoma de la muestra para análisis de VPH. A través de este método, es la mujer quien toma su propia muestra vaginal, en lugar de que lo haga un médico; lo que posibilita que más mujeres accedan al tamizaje para la prevención del cáncer cervicouterino, ya que, elimina dificultades en el acceso a la atención clínica como barreras geográficas, culturales o religiosas, y alivia la saturación de las consultas en los servicios de salud.
Fuente: TN