El estrés y la ansiedad son un reflejo de múltiples factores como la presión académica, la exposición a redes sociales y la incertidumbre sobre el futuro

En América Latina, la ansiedad y el estrés representan un problema creciente entre niños y jóvenes. De acuerdo con diversos estudios, un porcentaje significativo de la población infantil y juvenil en la región experimenta síntomas de ansiedad en algún momento de su vida.

En México, por ejemplo, se estima que uno de cada tres adolescentes sufre de algún trastorno de ansiedad, lo que repercute directamente en su bienestar y rendimiento académico. De manera similar, en Argentina, investigaciones han indicado que el estrés escolar y la ansiedad afectan a una gran proporción de los estudiantes, generando impactos en su desempeño académico y en su salud mental.

La ansiedad en los jóvenes no es un fenómeno aislado, sino un reflejo de múltiples factores como la presión académica, la exposición a redes sociales y la incertidumbre sobre el futuro. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los trastornos de ansiedad aumentaron en los países latinoamericanos en los últimos años, especialmente entre los jóvenes que enfrentan altos niveles de exigencia en sus entornos educativos y sociales. En este contexto, la búsqueda de estrategias efectivas para reducir el estrés y la ansiedad es fundamental para mejorar la calidad de vida de esta población.

Frente a esta realidad, diversas técnicas han surgido como herramientas para controlar la ansiedad de manera rápida y eficaz. Entre ellas, la regla 3-3-3 se ha posicionado como un método sencillo y accesible que permite recuperar el control en situaciones de ansiedad. Su aplicación ha demostrado ser efectiva en diferentes contextos, proporcionando una alternativa viable para aquellas personas que buscan manejar mejor su respuesta ante el estrés.

¿Qué es la regla 3-3-3 y cómo ayuda a calmar la ansiedad?

La regla 3-3-3 es una técnica de “anclaje”, que se basa en la conexión con el presente para romper el ciclo de pensamientos ansiosos. Su objetivo principal es redirigir la atención hacia estímulos externos y sensaciones corporales, lo que permite disminuir la intensidad de la ansiedad y recuperar la calma de manera progresiva.

Para aplicar esta técnica, se deben seguir tres pasos clave:

Observar tres elementos del entorno: Identificar y enfocarse en tres objetos a la vista, analizando detalles como el color, la forma y la textura. Este ejercicio permite desviar la atención de pensamientos intrusivos y fomentar la concentración en el presente.

Escuchar tres sonidos distintos: Prestar atención a tres sonidos que estén ocurriendo en el entorno, identificando su origen, volumen y características. Este proceso contribuye a la reorientación de la mente y disminuye la sensación de agobio.

Mover tres partes del cuerpo: Realizar movimientos conscientes en tres partes del cuerpo, como girar los hombros, mover los dedos o estirar los brazos. Esta acción ayuda a liberar la tensión muscular acumulada y a mejorar la sensación de control sobre el cuerpo.

Además de estos pasos, se recomienda contar con elementos que favorezcan la relajación, como objetos de textura agradable, imágenes que transmitan tranquilidad o música relajante. Estas estrategias complementarias potencian el efecto de la regla 3-3-3 y contribuyen a reducir los niveles de ansiedad en situaciones de estrés.

La ansiedad impacta en el rendimiento escolar

La aplicación de técnicas son un recurso valioso para los estudiantes al ayudarles a gestionar el estrés en momentos clave, como antes de un examen o durante una exposición oral.

La ansiedad es un factor que puede afectar significativamente el desempeño académico de los estudiantes. Cuando los niveles de ansiedad son elevados, se observa una disminución en la capacidad de concentración, en la retención de información y en la resolución de problemas. Esto puede traducirse en dificultades para completar tareas escolares, bajo rendimiento en exámenes y una menor participación en clase.

Estudios han demostrado que los estudiantes que experimentan altos niveles de ansiedad tienden a evitar situaciones académicas que perciben como desafiantes, lo que puede generar un círculo vicioso de bajo rendimiento y mayor estrés. Además, la ansiedad no solo afecta el rendimiento cognitivo, sino también el bienestar emocional, provocando síntomas como irritabilidad, insomnio y fatiga, que impactan negativamente en la vida escolar y personal.

Asimismo, la incorporación de prácticas de grounding en el entorno educativo puede fomentar un ambiente de aprendizaje más saludable, donde los estudiantes desarrollen habilidades para el manejo del estrés y la ansiedad. Los docentes pueden desempeñar un papel fundamental en este proceso, promoviendo el uso de técnicas como la Regla 3-3-3 y otras estrategias de regulación emocional dentro del aula.